Las personas cercanas a mí deben saber cómo actuar ante la hipoglucemia

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El diagnóstico de la diabetes es un punto de inflexión en la vida de cualquier persona ya que su tratamiento requiere de un protagonismo activo del paciente y de la modificación de numerosos hábitos de vida. Si en tu caso eres adolescente y has debutado con diabetes tipo 1 recientemente, seguro que tu vida diaria se ha visto alterada por muchos cambios a los que tendrás que ir adaptándote, con la ayuda de tu equipo de salud y de tu entorno más cercano, tanto a nivel físico como también psicológico.

Al inicio algunos jóvenes se debaten entre el miedo a tener una hipoglucemia y el reparo a explicar su diabetes a sus amistades.

En estos primeros momentos, algunos de los aspectos  superar son el miedo a tener una hipoglucemia y el reparo a contar en tu entorno escolar y de amistades cuál es tu nueva circunstancia tras la aparición de la diabetes, explicándoles cómo pueden ayudarte en caso de presentarse una situación de emergencia por una bajada de azúcar en sangre.
En estos casos es importante apoyarte en la experiencia de otros jóvenes que ya han pasado por tu misma situación para entender que tu vida continua, adaptándola a partir de ahora a la convivencia con la diabetes, pero que hay que seguir viviendo con la máxima normalidad posible:

“Soy una adolescente llamada Ana y hace 2 meses que me han diagnosticado diabetes. Cuando terminaron las clases, empecé a sentirme mal y estuve ingresada en el hospital una semana aprendiendo “cosas” de la diabetes.
Ahora que ha iniciado el curso, aparentemente soy la misma; sin embargo, muchas cosas en mi vida han cambiado.
Desde que me diagnosticaron diabetes, me inyecto insulina a diario 4 o 5 veces, me controlo el nivel de glucosa en sangre 6-8 veces al día, en la mochila llevo un glucómetro, agujas, la insulina, hidratos de carbono en forma de zumo, unas galletas… No, definitivamente no es igual que antes de las vacaciones.
Este verano ha sido también distinto, mi madre y mi padre han estado muy pendientes de mí, tienen miedo a que tenga una hipoglucemia y no estén presentes y por lo tanto no puedan ayudarme.


Personalmente, a veces también tengo miedo. Ahora que ha comenzado el curso, mis amistades y mis profesores conocen mi nueva situación. Esto es importante para mí, pues aunque no he tenido más que una hipoglucemia en estos meses, eso no descarta que no pueda volver a suceder. Mantener los niveles de azúcar en sangre sin altibajos es muy difícil, de momento voy bien y hacemos en casa y fuera de casa esfuerzos para que continúe así.


La hipoglucemia que tuve me hizo sentir vulnerable, parecía que el color de las cosas se atenuaba, la cabeza empezó a dolerme y el corazón se salía de su sitio. Mi padre estaba conmigo y enseguida reaccionó, me facilitó un zumo, me midió el nivel de glucemia y en 20 minutos volví a sentirme bien, aunque con sensación de cansancio.
En el instituto, si me apareciera una hipoglucemia, mis amigas, María y Julia conocen cuáles son mis síntomas y cómo deben actuar si lo necesito para ayudarme a salir de la hipoglucemia, conocen qué son los hidratos de carbono de absorción rápida (gel de glucosa o zumo), conocen la cantidad de los mismos (la equivalencia a 15 gr) y conocen el tiempo de espera para valorar si la hipoglucemia ha desaparecido (15 minutos). Lo cierto es que la hipoglucemia es una complicación aguda de la diabetes, y en ocasiones, si los niveles de glucemia son muy bajos y no hay una actuación temprana, puede ocasionar convulsiones e incluso coma. Espero que esto no me ocurra, conozco bien mis síntomas y mis amigas también.


La profesora de educación física y mi tutor también han recibido información de cómo prevenir una hipoglucemia y cómo actuar si me disminuye el nivel de glucemia, incluso les hemos enseñado cómo administrar glucagón y que tienen que avisar a los servicios de emergencia sanitaria si la hipoglucemia fuese grave.


A pesar de que me gustaría no tener diabetes, y que todo volviera a ser como era antes de las vacaciones, tengo claro que mi vida debe continuar siendo lo más parecida a lo que era, mis amigas también lo piensan, mi madre y mi padre, y en general las personas que conozco y me quieren. Esta es una más de las razones que me han hecho no tener ningún reparo en decir que tengo diabetes en el instituto, y estar tranquila de que en mi entorno puede ayudarme en caso necesario.”

Autora: Concepción Candela-Gómez. Enfermera educadora en diabetes, Distrito Poniente de Almería, El Ejido.

Fuente: Bayer Diabetes Care

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