El síndrome metabólico es una entidad clínica que agrupa las alteraciones metabólicas pequeñas que aisladas en una persona no son de extrema gravedad pero que combinadas (tres o más de ellas) constituyen un problema serio de salud.
Esta gravedad que se confiere en términos clínicos al síndrome metabólico se debe en gran medida a que es capaz de aumentar en más de 10 veces el riesgo de desarrollar diabetes y en 3,5 veces el riesgo de muerte por causa cardiovascular.
Se trata de una enfermedad poligénica con una variedad de genes implicados en múltiples vías como las de lipogénesis, las lipídicas o de producción de insulina, genes que realizan pequeñas contribuciones y que aumentan el riesgo global.
Los criterios de inclusión en el síndrome metabólico son una glucosa por encima de 100 mg/dl en ayunas, triglicéridos de más de 150 mg/dl, colesterol HDL bajo (menos de 40 mg/dl en hombres y de 50 mg/dl en mujeres); presión arterial elevada (sistólica igual o superior a 130 mmHg o diastólica igual o superior a 85 mmHg), y un perímetro de cintura debido a un acúmulo de grasa superior a 90 cm en hombres o mayor a 80 cm en mujeres.
El tratamiento de primer línea se basa en la modificación de los hábitos de vida incluyendo el ejercicio físico y la pérdida de peso y un modelo de alimentación basado en la dieta mediterránea, que implique una importante reducción en los carbohidratos simples procedentes de azúcares y derivados, entre otros. El futuro está en la nutrición personalizada que tiene como base la dieta mediterránea y en determinados casos se necesita dar prioridad a unos alimentos y reducir otros.
Lo que hasta ahora la investigación ha demostrado es que intervienen factores genéticos que elevan el riesgo de padecer síndrome metabólico y que la alimentación puede modular este riesgo en subgrupos poblacionales con determinadas características fenotípicas y genéticas entre los que hay que ejercer una mayor carga de prevención e identificación para reducir el riesgo.
Hasta un 30 por ciento de la población está afectada por el síndrome metabólico, que se ha convertido ya en el paso previo a la diabetes, lo que antes se conocía como prediabetes, ya que quien padece prediabetes suele presentar también otras alteraciones metabólicas.
Los más importante en este momento es identificar a los pacientes y ponerlos en manos de especialistas que les indiquen la modificación de hábitos de vida necesarios y seguir investigando en el ámbito de la genética para identificar qué personas son más susceptibles genéticamente, ya que en estas personas habrá que modular la alimentación y buscar un modelo de nutrición personalizada.
Fuente: infosalus.com