Qué es la diabetes inestable y cómo tratarla

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La diabetes inestable (DI), también conocida como Brittle Diabetes, es un término que fue acuñado por primera vez en los años 30 para referirse a pacientes con diabetes mellitus (DM) insulinodependiente y que presentan oscilaciones glucémicas extremas sin causa aparente.

Sería deseable disponer de criterios objetivos que nos permitiesen definir claramente a partir de qué grado de variabilidad glucémica deberíamos considerar que un paciente tiene una diabetes inestable, pero por desgracia esto no es así, de manera que establecer su diagnóstico conlleva necesariamente un alto grado de subjetividad.

 

Podríamos decir que todo aquel paciente cuya vida diaria se vea frecuentemente alterada por episodios de hipo y/o hiperglucemia no predecibles padece una diabetes inestable.

 

Aunque no de forma exclusiva, la diabetes inestable afecta principalmente a individuos con diabetes tipo 1, estimándose que puede hallarse aproximadamente en 5-6 de cada 1000 personas que tiene esta condición. Las causas que condicionan su aparición son múltiples y variadas, coexistiendo habitualmente varias en un mismo individuo. Es más frecuente en personas con diabetes de larga evolución y complicaciones asociadas, así como en aquellas con nula reserva pancreática de insulina y altos requerimientos de insulina exógena. Es frecuente también la presencia de trastornos emocionales y psicosociales en el origen de una diabetes inestable.

Al tratarse de un cuadro tan heterogéneo en su origen y manifestación, lógicamente el tratamiento más adecuado puede diferir mucho de una persona a otra, de manera que resulta fundamental individualizar cada caso, tratando de definir qué medidas pueden ser las más adecuadas para un paciente concreto.

Estas son algunas de las medidas que pueden resultar útiles en el tratamiento de la diabetes inestable:

Una adecuada educación diabetológica resulta imprescindible en estos pacientes, pues les ayuda a prevenir y manejar más adecuadamente las oscilaciones que puedan conllevar aspectos como la ingesta o la actividad física en el control glucémico.

El tratamiento farmacológico basado en análogos de insulina ofrece ventajas sobre la insulina humana convencional, puesto que simulan mejor la acción de la insulina endógena, lo que se traduce en menos oscilaciones glucémicas y menor riesgo de hipoglucemias.

Los avances tecnológicos aplicados al mundo de la diabetes mellitus también pueden ser de gran utilidad para el paciente con diabetes inestable. Así por ejemplo, los conocidos como “recomendadores de bolos”, los sensores continuos de glucosa, y las bombas de infusión subcutánea continua de insulina (BICIs) constituyen algunas de las principales armas que actualmente disponemos para luchar contra la diabetes inestable.

En pacientes con diabetes inestable severa, en los que no hayan funcionado las alternativas anteriores, se podría valorar la posibilidad de un trasplante de páncreas o de islotes pancreáticos. Ambas opciones permiten restaurar la producción propia de insulina, pero hay que tener en cuenta que sólo son aplicables en casos muy puntuales y seleccionados, y que deben llevarse a cabo en determinados centros especializados (de hecho el trasplante de islotes pancreáticos, a día de hoy, se considera una técnica experimental y que además implica la necesidad de emplear de por vida fármacos inmunosupresores, que tienen efectos secundarios frecuentes y en ocasiones severos.).

Por último, pero no por ello menos importante, debemos destacar el papel de la psicoterapia en el tratamiento de la diabetes inestable. En un alto porcentaje de pacientes con diabetes inestable, sobre todo durante la adolescencia, se ha podido comprobar que ciertos problemas emocionales y de autoestima pueden desempeñar un papel fundamental en el origen y perpetuación de la inestabilidad glucémica, de manera que la aportación de un psicoterapeuta, en combinación con las otras medidas anteriormente señaladas, puede resultar de gran utilidad en la mejora del cuadro.

En definitiva, la diabetes inestable es un problema complejo, de difícil manejo, y que puede llegar a resultar frustrante tanto para el paciente como para el terapeuta. Sin embargo, disponemos actualmente de varias alternativas de tratamiento que, solas o combinadas, pueden en muchos casos mejorar la calidad de vida del paciente. Recordar por último que no hay dos pacientes iguales, y menos cuando hablamos de una diabetes inestable, por lo que aquello que funciona en uno puede no ser válido para otro, y siempre será necesario individualizar cada caso concreto.

Fuente: Bayer Diabetes Care

 

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