[dropcaps]S[/dropcaps]Según sugiere un estudio realizado en Estados Unidos, el aumento del consumo de ácido graso omega-3 DHA (ácido docosahexaenoico) puede mejorar la función mental de las personas de mediana edad.
Este estudio observó que, en las personas entre 35 y 54 años de edad, hay una asociación entre los niveles elevados en sangre de DHA y la mejora del razonamiento no verbal y la memoria de trabajo, mientras que dicha asociación no se observó con la ingesta de otros ácidos grasos omega-3 tales como los ácidos grasos ALA (ácido alfa-linolénico) y EPA (ácido eicosapentaenoico), según los resultados publicados en el Journal of Nutrition. .
«Estos hallazgos sugieren que el DHA está relacionado con la salud del cerebro a lo largo de la vida y también puede tener implicaciones para los ensayos clínicos de los trastornos neuropsiquiátricos,» escribió el equipo dirigido por Matthew Muldoon, de la Universidad de Pittsburgh, EE.UU.
Detallaron que las principales razones de estos están ligadas con los estilos de vida poco saludables y añadieron que sólo al rededor del 25 por ciento de estos jóvenes y adolescentes saben que padece presión alta, pero el 75 por ciento restante lo desconoce y por ello la importancia de que este sector también esté controlado.
El beneficio de los ácidos grasos omega-3 para el funcionamiento cerebral ha sido comunicado en numerosos estudios, y recientemente por la Asociación de Alzheimer en la Conferencia Internacional de 2.009 sobre la Enfermedad de Alzheimer (ICAD 2009) en Viena. Reunidos en la capital austriaca, los científicos informaron que tomar suplementos diarios de ácido graso omega-3 docosahexaenoico (DHA), pueden mejorar tanto la función de la memoria como la salud del corazón de las personas mayores sanas.
Detalles del estudio Muldoon y sus colaboradores analizaron datos de 280 personas residentes en la comunidad y de edades comprendidas entre 35 y 54 años. Los participantes no estaban tomando aceite de pescado o suplementos de omega-3 y estaban libres (sanos) de padecer los principales trastornos neuropsiquiátricos. Los niveles sanguíneos de ALA, EPA y DHA se correlacionaron con cinco dimensiones principales del funcionamiento cognitivo de las pruebas neuropsicológicas. Los niveles promedio de los ácidos grasos fueron de 0.16, 0.49 y 1.52, respectivamente, expresados como porcentaje del total de ácidos grasos fosfolipídicos. «Los niveles más altos de DHA se relacionaron con un mejor rendimiento en las pruebas de razonamiento verbal y flexibilidad mental, memoria de trabajo y vocabulario. Además, los niveles aumentados de DHA se relacionaron con la mejora de la función mental en una relación generalmente lineal», comunicaron los investigadores.
Por otra parte, EPA y ALA no se asociaron con el rendimiento cognitivo. «Entre los tres principales ácidos grasos omega-3 PUFA, sólo el DHA se ha relacionado con los principales aspectos del rendimiento cognitivo en los adultos más jóvenes de 55 años de edad y en las personas mayores», concluyeron Muldoon y sus colaboradores.
«Los resultados de estos análisis se derivan de datos de corte transversal y, por lo tanto, no puede establecerse que sea casual cualquier modo de asociación entre los ácidos grasos omega-3 en relación al rendimiento cognitivo», comunicaron los investigadores.
«A pesar de esto anterior, los estudios observacionales sobre los ácidos grasos omega-3 y la función cognitiva en general, han encontrado asociaciones que soportan el ajuste por factores de confusión obvia y, en consecuencia, los experimentos, basados en la intervención y en ensayos clínicos aleatorios, tanto en muestras de personas sanas o con patología, están garantizados.
«En conjunto, la investigación hasta la fecha sugiere que, concretamente, el DHA puede afectar positivamente al rendimiento cognitivo y, además, puede hacerlo durante toda la vida», concluyeron los investigadores.
Bibliografía Serum Phospholipid Docosahexaenonic Acid Is Associated with Cognitive Functioning during Middle Adulthood. «El ácido Docosahexaenoico está asociado con la función cognitiva en la edad adulta media». M.F. Muldoon, C.M. Ryan, Sheu L., J.K. Yao, S.M. Conklin, S.B. Manuck. J Nutr. 2010;140:848-53 – doi: 10.3945/jn.109.119578.
