Mantenernos activos nos ayuda a lograr la Triple Meta, ya que así fortalecemos nuestro corazón, disminuimos el riesgo de presentar hipertensión y gastamos más calorías (lo cual ayuda a controlar el porcentaje de grasa corporal).
Aunado a una dieta balanceada, lo anterior contribuye a tener una musculatura saludable y mejorar la metabolización de glucosa (permitiendo que entre a las células y se aproveche como energía para que el organismo funcione correctamente) y por ende, propicia un mejor control de estos niveles en la sangre.
En resumen, la actividad física es la mejor manera de disminuir la grasa visceral.
En primer lugar, debemos aclarar las diferencias:
¿Cómo empezar?
Si llevamos un estilo de vida sedentario lo ideal es que iniciemos gradualmente, lo importante es “romper” el sedentarismo.
¿Qué cuidados se deben tener?
Es recomendable ser constantes, ejercitarse por lo menos tres o cuatro veces a la semana. La perseverancia ayuda a mejorar la condición física y a logar las adaptaciones al cuerpo necesarias para mejorar la salud.
La intensidad para los ejercicios aeróbicos como baile, trote, caminata debe ser entre 50% y 60% de la frecuencia máxima de cada persona, la cual se determina con esta fórmula:
Ejemplo:
En este ejemplo, una persona de 40 años que comienza a hacer ejercicio físico debe entrenar manteniendo entre 90 y 108 pulsaciones por minuto.
Si no se tiene cómo medir la frecuencia cardiaca, puede hacer ejercicio físico controlando la respiración al grado que se pueda hablar o cantar mientras se realiza.
Recuerda… Lo importante es divertirse, así que te recomiendo combinar diferentes tipos de ejercicios para no caer en la monotonía.