Controlar obesidad para evitar bebés macrosómicos

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La obesidad y el aumento excesivo de peso en mujeres, antes y durante el embarazo, son factores de riesgo importantes que generan un gran número de complicaciones tanto para la madre como para el hijo, propiciando incluso macrosomía fetal.

La Agencia Informativa Conacyt platicó al respecto con Fred Morgan Ortiz, doctor en Ciencias de la Educación con especialidad en Ginecología y Obstetricia por la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), y miembro nivel I del Sistema Nacional de Investigadores (SNI).

La hipótesis de exceso de nutrición fetal sugiere que el aumento de la transferencia placentaria de nutrientes al feto en desarrollo en madres obesas y madres con altos niveles de ganancia de peso durante la gestación puede afectar el desarrollo del feto, la deposición de grasa fetal y el desarrollo del sistema hipotálamo-endocrino que controla el apetito y el metabolismo energético.

Varios estudios han reportado la asociación entre la obesidad antes del embarazo de la madre con el aumento del crecimiento fetal y el riesgo de un bebé de tamaño grande (macrosómico) al momento de nacer.

Un estudio entre 5 mil 154 británicos, parejas madre-hijo, mostró que el aumento de peso gestacional en las primeras 14 semanas del embarazo se asoció positivamente con el índice de masa corporal de los hijos, la circunferencia de la cintura y la masa grasa a los nueve años de edad.

Un bebé macrosómico es aquel que tiene un peso, al nacimiento, igual o mayor a 4 mil gramos, para algunos autores; y para otros, cuando este peso es igual o mayor a 4 mil 500 gramos.

Los bebés empiezan a ganar o dejan de ganar peso después de las 28 semanas. Pero este diagnóstico solo se establece cuando el bebé ya ha nacido, aunque se puede sospechar cuando se realizan estudios de ultrasonido y el peso del bebé se encuentra por arriba de unos límites ya establecidos de peso en gramos para el feto, de acuerdo con su edad en semanas de embarazo (estos límites se llaman percentiles).

A partir de los siete meses se debe vigilar más estrechamente el crecimiento y desarrollo del bebé a través de la medición de la altura del fondo uterino (menos preciso) en cada consulta de control del embarazo (control prenatal), o bien, de manera más precisa mediante estudios de ultrasonido.

Esta evaluación por palpación del fondo de útero o mediante el estudio de ultrasonido es de utilidad para poder detectar si el feto está creciendo de manera normal o no. Pueden ocurrir dos situaciones: una, que el bebé no gane peso de manera adecuada y se pueda establecer un diagnóstico de restricción del crecimiento o de bajo peso para la edad gestacional dentro del útero o matriz; y dos, que el bebé esté creciendo de manera exagerada y se pueda establecer un posible diagnóstico de macrosomía.

El título del proyecto es Eficacia del uso de metformina en mujeres embarazadas con obesidad para la prevención de macrosomía fetal, hipertensión inducida por el embarazo y diabetes gestacional.

La metformina se ha utilizado ampliamente para tratar diabetes mellitus tipo 2 y diabetes gestacional (aumento de los niveles de azúcar en la sangre que se desarrolla durante el embarazo).

Existen estudios que han reportado que la metformina mejora el efecto de la insulina (hormona que hace que el azúcar en la sangre puede ser utilizada por los tejidos del cuerpo) durante el embarazo y en mujeres no embarazadas con ovarios poliquísticos.

En las embarazadas, la metformina disminuye hasta nueve veces el riesgo de que se desarrolle diabetes. Lo estudios existentes han demostrado que este medicamento es seguro para ser utilizado durante el embarazo sin que se haya reportado efecto en los fetos de las madres que la han tomado.

Se ha demostrado que la obesidad por sí misma es un factor de riesgo para desenlaces perinatales adversos que impactan la salud materna y neonatal, principalmente en relación al mayor riesgo asociado para el desarrollo de diabetes gestacional, hipertensión en el embarazo y macrosomía fetal, todos ellos de gran relevancia en la programación fetal que ahora sabemos puede condicionar efectos no solo a corto plazo, sino también a mediano y largo plazo sobre la incidencia de obesidad infantil, del adulto y síndrome metabólico.

El uso de metformina en el embarazo en pacientes obesas puede mejorar la resistencia a la insulina y la lipolisis, con una modificación de la cascada de eventos fisiopatológicos que usualmente llevan a la macrosomía, hipertensión y diabetes gestacional a mujeres obesas embarazadas.

En la literatura mundial no existen artículos publicados sobre el uso de metformina en pacientes obesas no diabéticas que haya sido administrada con el propósito de disminuir o evitar el incremento en la frecuencia de bebés con peso mayor al límite establecido para su edad gestacional al momento del nacimiento.

Fuente: Agencia Informativa Conacyt

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