Cinco datos sobre las grasas trans que debes conocer

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Los ácidos grasos trans son un tipo de ácido graso insaturado que no se encuentran en la naturaleza, solo se puede obtener de forma artificial sometiendo a las grasas insaturadas a temperaturas muy elevadas e inyectando hidrógeno y en algunos casos niquel,  con el fin de solidificarlas o convertirlas en un  líquido más estable para ser finalmente utilizadas en diferentes alimentos industrializados.

 

Según Carlos Alberto Daza, gestor nacional de riesgo en salud de Coomeva EPS en este tipo de grasas se modifica la estructura química de los enlaces de la grasa, es decir, pasan de “cis” a “trans” y se saturan todos sus átomos de carbono con hidrógeno (de allí su nombre).

 

Estos compuestos no tienen ningún valor nutritivo, pero la industria alimentaria las utiliza para extender el tiempo de caducidad de un producto dándoles una mayor estabilidad con lo cual mejoran su textura y suavidad, ya que los ácidos grasos poliinsaturados se degradan fácilmente.

 

  1. ¿En qué alimentos se encuentran?

Las grasas trans se encuentran en los alimentos elaborados industrialmente con grasas hidrogenadas o parcialmente hidrogenadas, dentro de los que se encuentran con mayor frecuencia:

 

  • Mantecas vegetales y margarinas

 

  • Comidas rápidas como hamburguesas, papas fritas, pollo frito, nuggets, etc.

 

  • Aperitivos y snacks salados o productos fritos en

 

  • Sopas y salsas preparadas.

 

  • Palomitas, especialmente las que están listas para ser preparadas en el microondas.

 

  • Congelados, especialmente las pizzas.

 

  • Productos precocidos como empanadas, croquetas, canelones, etc.

 

  • Chocolatinas, helados y cremas no lácteas para el café.

 

  • Galletas, donuts, barritas de cereales, pasteles congelados, etc.

 

  • Productos de repostería y de panadería.

 

  • Aceites de fritura doméstica e industrial.

 

  1. Recomendaciones

Para reducir su consumo el especialista recomienda fijarse en la información nutricional de cada alimento. Estas vienen  identificadas como grasas trans o como aceites vegetales hidrogenados o parcialmente hidrogenados. “Muchas personas al leer en el envase ‘aceite vegetal’ piensan que no perjudican sus niveles de colesterol, pero hay que tener en cuenta que si han sido hidrogenados,  se convierten en grasas trans”, asegura el gestor nacional de riesgo en salud de Coomeva, Carlos Alberto Daza.

 

De igual forma,  recomienda el consumo de los ácidos grasos esenciales Omega-3 (ácido linolénico), que se encuentran en aceites de semillas como el aceite de linaza, semillas de chía, quinoa, sacha inchi y nueces.

Los de procedencia animal se encuentran en los peces azules de agua fría y profunda y aceite de krill.

 

  1. Regulación del uso de las grasas trans

 

Es importante consultar las etiquetas si se consumen estos productos con frecuencia. Según los criterios la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el consumo de grasas trans deben representar menos del 1% de las calorías diarias ingeridas.

 

Respecto a la regulación en el uso de las grasas trans, existen varios estados de Estados Unidos donde se ha prohibido su utilización.  En Europa, solo unos pocos países   como Dinamarca, Austria, Suiza e Islandia han obligado a la industria a limitar la cantidad de ácidos grasos trans utilizada en los alimentos.

 

En  Sur América, Argentina tiene serias reglamentaciones al respecto, pero la mayoría de los países todavía depende de que los fabricantes de alimentos reduzcan voluntariamente el contenido de ácidos grasos trans de sus productos.

 

Tal es el caso de Colombia,  donde por la resolución 288 del 31 de enero de 2008, los fabricantes de productos alimenticios han comenzado a incluir esta información en la etiqueta de los alimentos.

 

  1. ¿Cómo actúan en el organismo?

 

El especialista de Coomeva, Carlos Alberto Daza, advierte que “estas grasas dejan de ser insaturadas y se comportan en el organismo como si fuesen grasas saturadas; elevan el colesterol malo (LDL), disminuyen el de colesterol bueno (HDL), se acumulan en las paredes internas de las arterias provocando la formación de placas de ateroma, lo que conlleva un gran peligro cardiovascular”.

Fuente: ElPais.com

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